Miguel Guerrero
Si en respeto a una vieja tradición mediática de año nuevo se hiciera balance a la gestión del presidente Fernández, el resultado sería tan pobre como la situación en que vive la gran mayoría del pueblo dominicano.
La del líder del PLD reúne méritos suficientes para ser catalogada como una de las peores y más improductivas administraciones de la historia nacional y competiría con excelentes posibilidades al premio a la más corrupta.
No son pocos los funcionarios que han hecho fama de grandes acumuladores de riquezas, con una extraordinaria tendencia a la ostentación, ignorando aquél sabio consejo del presidente Hereaux: “Guarde las plumas, compadre”.
Como es usual juzgar a un gobierno por los resultados, la actual administración presenta credenciales en extremo penosas en educación, cuya calidad es de las más deprimentes a nivel mundial; en salud no funcionan bien los hospitales y muchas enfermedades han vuelto a ser endémicas; el narcotráfico y la delincuencia son dueñas de las calles, con el llamado “sicariato” profundamente incrustado en estamentos altos de poder; la pobreza aumenta pareja con la visión oficial del crecimiento de la economía y los servicios, como el de energía eléctrica, agua potable, recogida de basura y limpieza y arreglo de calles y plazas son un auténtico desastre, al punto de hacerse merecedores de la atención de cadenas internacionales de noticias, como fue el vergonzante caso reciente en CNN.
Lo más impresionante de todo, sin embargo, es la percepción que el oficialismo tiene de sí mismo, embarcado en un proyecto de perpetuación, convencido de que su fracaso le hace merecedor de una reelección violatoria de la Carta Magna y desleal al compromiso contraído por el presidente cuando dijo, en fugaz momento de sensatez, que no sería candidato en el 2012 por convicción y para evitarle al país “tensiones” innecesarias. (Miguel Guerrero es escritor y periodista)
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