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martes, 4 de diciembre de 2012

Rescatado de entre las piedras hombre enterrado vivo por miembro de la Defensa Civil en la autopista de San Isidro




La noticia se corrió en pocos minutos. Los curiosos, como siempre, se aproximaron atraídos por la presencia de dos camiones, un automóvil, una camioneta y una ambulancia del cuerpo de Bomberos que llegaron con celeridad.
Antes que ellos, estaba presente una camioneta de la Policía Nacional con tres oficiales a bordo.

Junto a ellos, un hombre joven estaba con las manos a la espalda esposadas. inmovilizado.

Todos estaban frente a un extenso solar repleto de matorrales y arbustos en el lado Norte de la avenida coronel Rafael  Fernández Domínguez, antigua autopista de San Isidro.

Al lado, retumbaba la música alegre de un centro de diversión conocido como Magnoli.

El “drama” inició cuando la Policía capturó al individuo, que “confesó” que  le había dado una golpiza a un hombre en medio de una disputa por motivos no claros y lo sepultó vivo, bajo las rocas en el amplio solar, pero se negaba a decir exactamente dónde estaba su víctima.
Lo único que decía era que estaba debajo de las piedras y que lo había sepultado vivo.

Por eso, la Policía no se atrevía a caminar sobre la montaña de rocas. Si lo hacía, podía matar a la víctima.

Es así como llaman a los Bomberos de SDE para que, con su unidad especializada en rescate bajo escombros, se ocuparan de la búsqueda.

Como no tienen perros amaestrados, deberán buscarlos  con los entrenamientos. Palmo a palmo, tocando cada piedra, con los oídos pegados a las rocas, llamando a la vìctima.

El Jefe de los Bomberos, Javier Bueno, tomó la radio de su vehículo y llamó a la central informándole de que un hombre estaba enterrado bajo las piedras.

Dio la dirección exacta y, en pocos minutos llegaron con luces, cascos, planta eléctrica, herramientas, camilla especial y paramédicos.
Su presencia atrajo a la multitud que, al enterarse de lo que había ocurrido, dejó brotar intenciones de linchar al presunto homicida.
Se salvó porque la Policía, que lo custodiaba, lo protegía.

-“¡Será mejor que hables ahora!”, le reclamaba un oficial, pero el individuo se mantenía firme sin soltar ninguna pista adicional.
Antes de iniciar la búsqueda, un oficial de Policía y varios bomberos visitaron el vecino “Magnoli” para solicitarle apagar el equipo de música mientras se desarrollaba la búsqueda.

La excitación entre los curiosos iba en aumento. Tomaron sus teléfonos celulares y llamaron a sus amigos para narrarles de lo que eran testigos.

Tomaban fotos y hacían videos.

Al lugar llegó en pocos minutos una multitud de miembros de la Defensa Civil que reaccionaron incrédulos y con asombro al percatarse de que el presunto asesino era uno de los suyos.

Desconsuelo total, desmoralización entre los miembros de la Defensa Civil.

No podían creer que aquel que ha estado junto a ellos salvado vidas durante años fuera capaz de sepultar vivo a un hombre bajo las piedras. No podían creer que fuera un criminal.

El Jefe de Operaciones de la Defensa Civil estuvo a punto de golpearlo.

Las  expectativas iban en aumento. Los bomberos en formación, la Policía alerta.

Inició la búsqueda.

Todos los bomberos hicieron una formación en semicírculo separados a una distancia de 1.5 metros uno de otro.

Llevaban potentes luces en sus cascos.

-“¡Cuidado donde pisan!”, se le escuchó gritar al coronel Javier Bueno.

Cada uno de  los bomberos pegó  uno de sus oìdos a las rocas. Escuchaban atentos a cualquier ruido.

Las sirenas se habían apagado. También las músicas de Magnoli. La multitud de curiosos observaba.

-“Ese morenito es el asesino, cualquiera lo lincha”, dijo uno de los curiosos señalando al presunto asesino.

Algunos de los clientes que estaban en el centro de diversión vecino se marcharon raudos.

Los bomberos seguían tocando palmo a palmo y, uno a  uno, siguiendo la secuencia de colocación gritaban el nombre de la víctima:

-“¡Richard,  somos los bomberos . Si nos escucha grita algo, toca algo!”.

Nada. Ninguna respuesta. Angustia.

Avanzaron dos o tres pasos más adelante y repitieron la letanía.

Todos atentos. Los oídos pegados a las piedras.

Pretendían permanecer sobre las rocas sin tocarlas para no aplastar con su propio peso a la víctima.

De repente, uno de los bomberos levantó su mano derecha bien alto y gritó algo.

Señaló hacia un punto distante quizás dos metros adelante. Debajo de una montaña de rocas había alguien que respondía.

Repitió el llamado y obtuvo respuesta positiva.

El jefe Javier Bueno ordenó avanzar con cuidado en semicírculo hacia el punto.

Los bomberos  comenzaron a remover las piedras una a una, como si quitaran pétalos de una rosa para que no se rompieran.

Al mover una de las rocas, quedó al descubierto uno de los pies  del hombre.

En consecuencia, supieron donde estaba la cabeza y removieron más rocas.

-“¡Está vivo!”, gritó un bombero.

Otro le hablaba animándolo a que tuviera calma, mientras  le daba instrucciones en forma suave.

Los otros removían más piedras hasta que quedó totalmente al descubierto.

El cuerpo estaba ensangrentado.

Los paramédicos le colocaron un cuello ortopédico y le colocaron algo en la boca-nariz para ayudarlo a respirar.

El cuerpo le temblaba.

Siguiendo una rutina, y con extremo cuidado, lo colocaron en una camilla y lo llevaron hasta la ambulancia que estaba en plena avenida.
El tapón que se formó era inmenso.

Todos estaban alegres porque el hombre estaba vivo.

Querían linchar al victimario, que seguía sentado en la parte trasera del vehículo policial sin decir palabra.

Los de la Defensa Civil aún estaban incrédulos y desconcertados porque uno de los suyos eran un asesino.

Dentro de la ambulancia, camino al hospital Doctor Darío Contreras, ocurrió un incidente extraño.

Uno de los paramédicos se disponía a canalizar a la vìctima para administrarle un suero cuando, de repente el hombre se sentó en la camilla de un solo envión:

-“¡No, eso no! ¡A mi no me van a poner eso!”.

La reacción de los paramédicos fue de asombro e incredulidad.

No podían explicarse lo que ocurría.

Otro detalle más extraño ver la cara de asombro, con los ojos desorbitados de todos los bomberos que participaron en el rescate.
A algunos se les desencajó la cara.

No podía entender porqué el jefe Javier Bueno abrazaba emocionado al asesino ni porqué los policías estaban tan alegres con el preso.
La cuestión es simple: se trató de un simulacro de rescate bajo escombros destinados a los bomberos.

Los únicos que conocían que se trataba de un simulacro eran el jefe de los bomberos, los tres policías, un bombero adicional, el jefe de la Defensa Civil y los dos actores , Cinthia y yo. Más nadie.

Los bomberos trabajaron bajo la presión de la multitud, del tiempo, de los flashes, de la policía, de todos.

Todo  fue parte de una estrategia para probar la capacidad de respuestas de los Bomberos de Santo Domingo Este para actuar en labores de rescate bajo escombros ante un eventual terremoto.

Por eso, se requería que ninguno supiera que se trataba de un simulacro.

Ninguno lo supo hasta después de concluido todo, ni siquiera el oficial de Policía que estuvo a punto de pelear con el oficial de los bomberos que le ordenó apartarse porque estorbaba las labores de rescate.

-“Yo soy un policía”, dijo.

-“¿Y qué?, quítese de ahí”, le respondió y ordenó con autoridad el  Jefe de Operaciones de los Bomberos, que tampoco sabía que estaban en medio de un simulacro.

Menos de una hora después todos estaban celebrando las anécdotas y abrazaban al “asesino" y su “víctima” mientras se preparaban a disfrutar, cada uno, de un pica pollo, que es su comida favorita tras cada acción.
Por cierto, algunos de los que estaban en Magnoli divirtièndose se enojaron al enterarse de que se trataba de un simulacro. Quizás un día, si están atrapados entre las piedras por un terremoto, es posible que aprecien de veras ese entrenamiento y los minutos de diversión perdidos.

El Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo es uno de los más preparados de la República Dominicana.

Varios de sus oficiales han sido entrenados en Estados Unidos y su jefe, Javier Bueno, ha sido instructor en una academia especializada de bomberos en Texas


De Ciudad Oriental

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