Creó el grupo Anaya, promovió una decena de editoriales y puso en marcha
una fundación modélica dedicada al fomento de la lectura Germán Sánchez
Ruipérez, el creador del imperio editorial Anaya, con cuyos libros atravesaron la
enseñanza obligatoria millones de españoles y otros muchos se adentraron en la
mejor literatura, murió ayer en la República Dominicana a los 85 años. El editor se
había golpeado en la cabeza al sufrir una caída dos días atrás y había sido
hospitalizado.
Sin embargo, no parecía que el accidente fuera grave; de ahí la sorpresa causada
por su muerte.
una fundación modélica dedicada al fomento de la lectura Germán Sánchez
Ruipérez, el creador del imperio editorial Anaya, con cuyos libros atravesaron la
enseñanza obligatoria millones de españoles y otros muchos se adentraron en la
mejor literatura, murió ayer en la República Dominicana a los 85 años. El editor se
había golpeado en la cabeza al sufrir una caída dos días atrás y había sido
hospitalizado.
Sin embargo, no parecía que el accidente fuera grave; de ahí la sorpresa causada
por su muerte.
Nadie ha editado en España más libros que Sánchez Ruipérez, quien sin embargo ni
siquiera llegó a terminar el Bachillerato. Probablemente nadie ha hecho tampoco más
por el fomento de la lectura, aunque desde hace unos años sentía que su voz clamaba
en el desierto de unos planes de estudio ineficaces, una Administración desorientada y
un sistema educativo en el que abundan los profesionales desmotivados.
siquiera llegó a terminar el Bachillerato. Probablemente nadie ha hecho tampoco más
por el fomento de la lectura, aunque desde hace unos años sentía que su voz clamaba
en el desierto de unos planes de estudio ineficaces, una Administración desorientada y
un sistema educativo en el que abundan los profesionales desmotivados.
El gran editor nació en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) en 1926, hijo de un
librero y una maestra. Al acabar la Guerra Civil, la familia se trasladó a la capital y allí
adquirieron la librería Cervantes, hoy un edificio completo dedicado al libro y la literatura,
no lejos de la Plaza Mayor. Aquel negocio interesó de inmediato al joven Sánchez Ruipérez,
pese a que la tarea que le encargó su padre no tenía la menor relación con la literatura:
cada tarde, al salir de la escuela, debía barrer el local. Incluso eso alimentó una atracción
tal por los libros que pronto, para disgusto de su familia, decidió dejar el Bachillerato y
dedicar su tiempo a la librería.
librero y una maestra. Al acabar la Guerra Civil, la familia se trasladó a la capital y allí
adquirieron la librería Cervantes, hoy un edificio completo dedicado al libro y la literatura,
no lejos de la Plaza Mayor. Aquel negocio interesó de inmediato al joven Sánchez Ruipérez,
pese a que la tarea que le encargó su padre no tenía la menor relación con la literatura:
cada tarde, al salir de la escuela, debía barrer el local. Incluso eso alimentó una atracción
tal por los libros que pronto, para disgusto de su familia, decidió dejar el Bachillerato y
dedicar su tiempo a la librería.
Pero no deseaba ser toda su vida un librero de provincias, por más que su local adquiriera
en pocos años una fama que trascendía con mucho los límites de su ciudad. Por eso viajó a
Londres para aprender sobre edición con los mejores en ese campo. Y en 1958 creó su
propia editorial, Anaya, un nombre con claro regusto universitario. En esa aventura tuvo
un colaborador excepcional, un joven catedrático de Gramática de la Universidad de
Salamanca, con quien mantenía una lejana amistad: Fernando Lázaro Carreter. Con
su asesoramiento la editorial se ganó el mercado de los libros de texto y pronto dio el
salto a América.
en pocos años una fama que trascendía con mucho los límites de su ciudad. Por eso viajó a
Londres para aprender sobre edición con los mejores en ese campo. Y en 1958 creó su
propia editorial, Anaya, un nombre con claro regusto universitario. En esa aventura tuvo
un colaborador excepcional, un joven catedrático de Gramática de la Universidad de
Salamanca, con quien mantenía una lejana amistad: Fernando Lázaro Carreter. Con
su asesoramiento la editorial se ganó el mercado de los libros de texto y pronto dio el
salto a América.
Los libros de texto fueron la base de su imperio, Sánchez Ruipérez creó un puñado de
editoriales que están entre lo mejor del panorama español del libro. Cátedra, Pirámide,
Algaida, Barcanova, o sellos que consiguió revitalizar como Alianza, Tecnos o Ediciones
del Prado, son el mejor exponente de su legado
editoriales que están entre lo mejor del panorama español del libro. Cátedra, Pirámide,
Algaida, Barcanova, o sellos que consiguió revitalizar como Alianza, Tecnos o Ediciones
del Prado, son el mejor exponente de su legado
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