|
|
Santo Domingo.-
Murió anoche a la edad de 64 años el humorista, productor de televisión y
cine Luisito Martí, luego de permanecer interno en el Centro de Medicina
Avanzada y Telemedicina (Cedimat) alrededor de una semana.
La información oficial fue dada por sus hijos Omar Bolivar, Robert Luis y
Luis Manuel Aguiló, quienes explicaron que las honras fúnebres se realizará en
el salón E de la Funeraria Blandino y esperarán la llegada de algunos familiares
para determinar la hora y el camposanto donde será sepultado.
Los hijos dijeron que perdieron a un gran padre y a un gran dominicano.
A continuación se publican algunos fragmentos de la última entrevista dada
por el artista al articulista de LISTÍN DIARIO en Nueva York, J. C. Malone,
publicada el pasado 25 de agosto.
Su vida está tan íntimamente ligada al arte popular dominicano, que cualquier
historia sobre el tema puede parecer una biografía suya. Latinoamérica hoy baila
un ritmo que él le impregnó al merengue, armonizando su conga con la tambora. Le
devolvió vida, creatividad e histrionismo a la comedia y en el cine universalizó
la experiencia migratoria dominicana.
Músico, cantante, compositor, arreglista, libretista, director de orquesta,
comediante, actor, animador de TV, escritor de guiones, director y productor de
cine, son algunas de las ocupaciones de Luisito Martí.
Y fue premiado en todas esas categorías. Con el Combo Show de Johnny Ventura
ganó tres Discos de Oro (La Muerte de Martín, Te Digo Ahorita, y ¿Qué Pasa
Papo?) Entre 1978 y 1983 dirigiendo su orquesta, El Sonido Original, pegó éxitos
como El mudo, óato, A mi hijo no me le den, Te dijeron que bebieras así, Gato
entre macauto y Depende de la bolita, entre otros.
Ganó premios Casandra, un Soberano, fue comediante del año, mejor show de
nightclub, mejor show de humor en TV (Luisito y Anthony), por el show de Luisito
Martí; también ganó varios premios ACE en Nueva York.
Los premios, sin embargo, son otorgados por los críticos, que son simples
parásitos del autor. Si el artista no crea, el crítico se muere de hambre. O
tendría que buscarse un empleo serio, ponchando tarjetas tempranito en la
mañana, demostrando que hizo algo útil y constructivo para la sociedad para
cobrar cada quincena.
La verdadera grandeza de un artista se mide en la trascendencia de su obra,
no por la opinión de críticos manipulables y sobornables.
Un artista demuestra la irrelevancia total de críticos y premios, cuando crea
personajes con sentimientos, emociones, frustraciones y residencia permanente en
el inconsciente colectivo de su audiencia.
“Balbuena”, el personaje parido por la fértil imaginación de Luisito, tiene
la inocente picardía del dominicano. Y dice grandes verdades que, sin la
apropiada dósis de humor, pudieron costarle la cabeza. Con Balbuena en “Nueba
Yol”, Luisito parte de lo individual, la realidad de un inmigrante dominicano. Y
universaliza esa experiencia, en el contexto de los más de 200 millones de
inmigrantes que habitamos el planeta. Este trabajo salió de una ex tensa
conversación con Luisito.
Junto a Milagros, su esposa y compañera de toda la vida, él recibió a un
grupo de amigos en la residencia de su hijo Luisín y su esposa Martha, en
Fairlawn, New Jersey.
Todos preguntamos de todo y Luisito respondió. Estaban Jesús Martínez,
músico, actor e instructor de la Academia de Policía de Nueva York, Carlos
McCoy, analista político de El Nuevo Diario, José García Blanco, pintor y
escritor, el empresario Miguel Batista, y Johnny Núñez, Sargento del NYPD.
Fue una hermosa tarde veraniega, bajo un frondoso sauce, entre acordes de
guitarra, chistes, picaderas y copas, Luisito nos contó su vida personal y
profesional.
Su prolífica y diversa producción es incomparable, pero su trayectoria guarda
un impresionanate paralelismo con una de las figuras más relevantes del siglo XX
dominicano.
Juan Bosch A principios del siglo pasado, ningún dominicano podía “enseñarle”
como contar un cuento, escribir un ensayo, o fundar y dirigir dos partidos
políticos. Su cerebro era un hervidero de preguntas sin respuestas y, con la
lectura, Juan Bosch calmó la incontenible curiosidad que lo consumía.
Nadie le enseñó nada, él se enseñó todo, y su trabajo es estudio obligado
para los políticos dominicanos.
A mediados del siglo pasado ningún dominicano podía enseñarle a Luisito a
tocar una conga y sincronizarla con la tambora, ni cómo crear un personaje,
escribir libreto y actuarlo. Nadie le enseñó nada, él se enseñó todo, y su
trabajo es estudio obligado para muchos artistas dominicanos.
Luisito interesado en hacer algo, como Bosch, busca libros sobre el tema y
estudia. Cuando no hay textos, comienza a practicar hasta hacer lo mejor
posible.
Bosch es el gran autodidacta de las letras y la política, Luisito es nuestro
gran autodidacta del arte popular y el entretenimiento.
Nunca fue a ninguna escuela de artes. Luisito expandió sus alas y voló bajo
el firmamento artístico dominicano, desde donde distribuyó muchísimos ritmos y
carcajadas.
Crianza musical Los dioses suelen armar extrañas conspiraciones
para alcanzar simples objetivos. Sacan gente de sus casas, la guían a lugares
desconocidos, la juntan con otros desconocidos y la pobre gente ni sabe que
participa en una conspi ración ajena. A Concepción Hernández la sacaron de
Bayaguana y a Juan Marte de Guerra, ambos terminaron en la capital. Se
conocieron, se cayeron bien y el martes primero de febrero de 1945, Concepción
parió varón en el hospital Padre Billini.
Juan fue a la Oficialía Civil a registrar al niño como Luis Bernardo Marte
Hernández, pero los dioses tenían otro plan. Juan mostró su cédula con su
apellido Marte, pero el oficial del Estado Civil escribió Martí, y quien debía
ser Luis Marte es Luisito Martí. Los dioses le cambiaron el nombre.
Ellos siempre hacen eso A Abram un día le metieron una H y otra A,
convirtiéndolo en Abraham. Saulo, un matón de cristianos se subió al caballo, un
rayo lo tumbó y cuando se levantó era Pablo, el Apóstol de los Gentiles.
En casa empezó la formación artística de Luisito. Juan era chófer de Salud
Pública, pero se deleitaba tocando conga por “puro amor al arte”. Luisito creció
con la conga como música de fondo En la escuela Socorro Sánchez, de Villa
Duarte, Luisito tenía serios problemas cuando sonaba la banda de música.
Abandonaba las clases y salía del aula como un sonámbulo hasta llegar a los
ensayos. Por eso el director de la banda, Cuzo Cuevas, le prestó una corneta
para que practicara en su casa.
|
|
|
|
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta no te cobraremos es gratis